Mi mujer y yo nos enteramos de que esperábamos nuestro primer hijo tres meses antes de llegar al terreno. No estábamos seguros de cómo afectaría la llegada de nuestro pequeño a nuestro ministerio, pero temíamos que nos obligara a dar un paso atrás temporalmente en la conexión con nuestros vecinos.
La llegada de nuestra hija lo cambió todo en nuestras vidas. Ella trajo nuevos patrones de sueño, ganó nuestros corazones, y nos hizo clamar a Dios por ayuda.
Sin embargo, para nuestra sorpresa, tener un recién nacido también nos brindó la oportunidad de conectar con más musulmanes de nuestra comunidad.
En nuestro país de acogida, es costumbre llevar café, té y bombones al hospital cuando nace un bebé. Durante nuestra corta estancia, los visitantes nos trajeron chocolatinas para un mes.
Una vez en casa, tuvimos más invitados en las seis primeras semanas de vida de nuestra hija que en los seis primeros meses de vida en nuestro país de acogida. Los compañeros de trabajo de mi mujer vinieron a visitarnos y se trajeron la comida. Un viejo amigo que vive a horas de distancia hizo el viaje para conocer a nuestro bebé. Y muchos vecinos y nuevos amigos vinieron a traernos regalos y a conocer a nuestro pequeño.
Estamos agradecidos de que la bendición de Dios para nosotros -nuestra nueva hija- haya abierto la puerta para ministrar también a otros.
Nuestra recién nacida no sólo reunió a amigos, sino que también nos ayudó a hacer nuevos contactos.
Nuestra hija nació con la lengua atada, por lo que tuvimos que alimentarla con biberón. Rápidamente acumulamos un exceso de leche, así que mi mujer se puso en contacto con un chat de un grupo regional de crianza para ver si alguna madre cercana necesitaba leche suplementaria.
A través de esto, se puso en contacto con otra madre primeriza que vive en nuestro barrio, y entablaron una amistad. Se reúnen con regularidad, y estamos orando oportunidades para que los dos de ellos para tener conversaciones espirituales.
Aunque esperábamos que el hecho de convertirnos en padres ralentizara nuestra labor ministerial entre los musulmanes, Dios ha utilizado esta maravillosa transición de la vida para hacer justo lo contrario. Estamos agradecidos de que la bendición de Dios para nosotros -nuestra nueva hija- haya abierto la puerta para ministrar también a otros.
Orar:
- Orar para esta familia de Fronteras mientras educan a su hija en el campo.
- Alabado sea Dios por utilizar incluso a niños y bebés para abrir la puerta a hombres y mujeres musulmanes para que aprendan sobre Él.
- Pídele a Dios que siga haciendo crecer las nuevas y renovadas amistades de esta familia de campo y que les brinde oportunidades para compartir el Evangelio.
Las pruebas de aptitud decían que no sería capaz de aprender un segundo idioma. Pero cuando Dios le llamó para que hablara de Jesús en el norte de África, no hubo prueba que pudiera detenerle.
Este relato procede de un veterano obrero. Los nombres y lugares han sido modificados por motivos de seguridad.