Entrega puerta a puerta - Fronteras USA

Entrega puerta a puerta

Tras la guerra, la vida continúa, como demuestran los bulliciosos negocios ambulantes que recorren el barrio cada día.
26 de agosto de 2019 Por Fronteras USA
Vendedor de cocos

La calle nunca está en silencio. La oímos todo el tiempo. Incluso en ahora oigo a un vendedor ambulante empujando su carro por nuestra calle, vendiendo patatas por kilos.

Cuando llegamos por primera vez a nuestro nuevo país, el ruido constante nos inquietaba. La mayor parte del alboroto procedía de los vendedores que gritaban por megáfonos frases ininteligibles una y otra vez. No teníamos ni idea de lo que decían, ni de cómo los demás podían entenderlo a través de la confusa confusión de unos altavoces baratos.

A medida que ha crecido nuestro lenguaje, también lo ha hecho nuestra capacidad para identificar lo que se vende en la puerta de casa.

Nuestra ciudad se parece más a un pequeño pueblo de la América Central.

Ahora podemos oír la diferencia entre el vendedor de verduras y el de palomitas, entre los cacahuetes recién tostados en invierno y los helados en verano. Cuando oímos las voces de nuestros vendedores favoritos, simplemente salimos cuando se acercan para hacer nuestra compra.

Este servicio local de puerta a puerta funciona para casi todo: reparaciones domésticas, sastrería y afilado de cuchillos. Todos los días pasa gente por el barrio ofreciendo comprar o vender objetos al azar, incluso chatarra y basura.

Estos vendedores contribuyen a que la gran ciudad en la que vivimos se parezca más a un pueblecito de la América Central. Los niños juegan en la calle, los vecinos se meten en los asuntos de los demás y siempre pasa una caravana de vendedores de golosinas. El vendedor más popular aquí es el mismo que en cualquier otra parte del mundo: el heladero.

Pero la realidad es que este país todavía se tambalea de de la guerra. La mayoría de la gente en América mira a esta tierra y ve una zona de guerra en el caos, salpicada con bombas y minas terrestres.

Aun así, la vida sigue, como demuestran los bulliciosos que recorren nuestro barrio cada día.

Orar por el fin de la guerra en los países musulmanes, y pedir a Dios que ablande los corazones musulmanes para que escuchen y reciban el mensaje de esperanza eterna y alegría en Cristo.

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Nota del editor

Este relato procede de un veterano obrero. Los nombres y lugares han sido modificados por motivos de seguridad.