Esperanza, gratitud y nuestra porción única de dolor - Fronteras USA

Esperanza, gratitud y nuestra porción única de dolor

Mirando las magulladuras y cicatrices del año pasado, un Fronteras obrero ofrece esperanza y confianza para 2021.
28 de diciembre de 2020 Por Fronteras USA
silueta invernal de mujer y niño

El año pasado nos dio una paliza a mi familia y a mí. Parecía que el mal no se guardaba nada, que descargaba sobre nosotros años de amargura contenida.

Nos veo intentando levantarnos una y otra vez, y recibiendo golpes una y otra vez. Nos imagino en el suelo, con las mejillas aplastadas contra la tierra húmeda, las costillas amoratadas por los moratones y los dientes rotos chasqueando en nuestras bocas.

Eso es lo que parece. Otro año añadido a nuestra historia familiar.

Pero no creo que eso fuera lo que Dios vio. Creo que Dios nos vio afrontar con valentía la incertidumbre y caminar voluntariamente hacia las dificultades.

Los seguidores de Jesús reciben una porción extra de dificultades cuando eligen vivir para Su Reino.

Ser humano es sufrir. Ninguna persona en la tierra está exenta del dolor. Todos nos enfrentamos a la enfermedad y a la muerte. Todos experimentamos la ruptura de instituciones injustas y la inseguridad futura.

Pero los seguidores de Jesús reciben una porción extra de dificultades cuando eligen vivir para Su Reino.

Colosenses 1:24 habla de este tipo de sufrimiento. No es que corramos detrás del sufrimiento, sino que estamos dispuestos a sufrir. Nuestra disposición, sin embargo, no hace que el dolor sea menor.

Mi familia y yo nos apuntamos a una cuota añadida de dolor cuando dijimos sí a seguir a Jesús al mundo musulmán y trasladarnos a un lugar sin testigos del Evangelio.

Dios nos vio afrontar con valentía la incertidumbre y caminar voluntariamente hacia las dificultades.

Entonces, ¿cómo nos levantamos cada vez que nos sentimos abatidos? La respuesta es la esperanza.

Tenemos esperanza porque Cristo está en el trono. Tenemos esperanza porque Él nos ve. Tenemos esperanza porque estamos marcando la diferencia. Y tenemos esperanza de que las cosas mejorarán.

¿Cómo fomentamos la esperanza? Agradecimiento.

Contamos nuestras bendiciones, las grandes y las pequeñas. Las exponemos ante el Señor y le damos gracias.

Mi familia le da gracias por responder a nuestra oración por una niñera que se adapte perfectamente a nuestros hijos. Damos gracias por ver a nuestros hijos reír juntos. Damos gracias por los pequeños caprichos, como las encimeras de la cocina limpias y los donuts de la señora que se sienta en la esquina de la calle a freírlos recién hechos.

Sé que el año que viene será mejor que el anterior.

Toda esa gratitud es un bálsamo para los momentos dolorosos, como cuando los niños pequeños nos tiran piedras o cuando nos tratan con desdén porque venimos de otro país.

El sufrimiento puede empujarnos hacia el agradecimiento o hacia la amargura. A veces hemos elegido la amargura. Pero estamos haciendo elecciones conscientes hacia el agradecimiento.

Sé que el año que empieza será mejor que el anterior, porque ya hemos decidido seguir mostrando gratitud.

Damos gracias a Dios por la promesa de su presencia en todo lo que nos depare el próximo año.

Y le damos las gracias por dar para que obreros como nosotros pueda compartir la esperanza de Cristo con los musulmanes.

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Un nuevo interno de Fronteras empieza a entender cómo es Dios obrando a través de los retos de adaptarse a la vida sobre el terreno.

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Nota del editor

Este relato procede de un veterano obrero. Los nombres y lugares han sido modificados por motivos de seguridad.

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