La máxima prevista para la semana apenas superaba los 40 grados Fahrenheit.
En una ciudad donde más de un millón de personas viven en barrios marginales y en la calle, Martin y sus compañeros de Fronteras sabían que muchas familias tendrían dificultades para mantenerse calientes durante esta repentina ola de frío.
Cientos de hombres, mujeres y niños de la ciudad morían cada invierno a causa de la exposición. La gente encendía pequeños fuegos para intentar mantenerse caliente. Pero el humo acumulado se adhería a la ciudad y empeoraba las cosas al causar problemas respiratorios a muchos.
Al entrar en la oficina de su pequeña empresa, Martin sopló aire caliente en sus manos frías y se las frotó.
"¿Murió más gente de frío anoche? preguntó a su jefe, un musulmán llamado Asef.
Muchas familias tendrían dificultades para mantenerse calientes durante esta ola de frío.
"Sí", respondió Asef. "La gente muere cada noche cuando hace este frío".
"Eso no debería ocurrir", dijo Martin. "Deberíamos hacer algo al respecto".
Se hizo un silencio incómodo entre los dos hombres. Habría sido más fácil ignorar el problema y seguir con su jornada de trabajo. Pero Martin tuvo una idea.
Reuniendo a Asef y a sus otros cuatro empleados, Martin les dijo: "Voy a comprar algunas mantas y repartirlas entre las familias de la calle esta noche".
Entonces les sugirió que se unieran a él. "Podéis reunir algo de dinero si queréis comprar más mantas. Nos vemos aquí a las 21:00. Y traed a vuestros hijos para que puedan ver y ayudar".
En el Islam, a Asef y a los demás hombres se les había enseñado que haciendo el bien podían ganar méritos religiosos y mejorar sus posibilidades de entrar en el cielo.
Pero Martin les transmitía con regularidad un mensaje diferente: que la salvación es un don gratuito de la gracia de Jesucristo. Y a través de un acto práctico de servicio, Martin esperaba ayudar a cada hombre a conectar ese don de la gracia con el corazón de compasión de Dios por los más pobres entre los pobres.
En el Islam, a Asef y a los demás hombres se les había enseñado que haciendo el bien podían ganar méritos religiosos.
Los cinco empleados se presentaron aquella tarde y se amontonaron en la furgoneta de Martin. Con los niños de sus empleados sentados encima de una montaña de mantas, recorrieron las calles de la ciudad. Repartieron mantas allí donde veían a gente temblando de frío, como aquella familia de ocho miembros acurrucada bajo una sábana raída.
Al día siguiente, en el trabajo, hablaron de la experiencia de repartir mantas. Un hombre mencionó el mérito espiritual que creía haber ganado sirviendo a los demás.
"¿Habrías mostrado compasión hacia ellos si no hubiera mérito en ello?" preguntó Martin.
Dios nos ha mostrado su gracia a través de Jesucristo, compartió Martin. Por esa razón, sus seguidores buscan extender su compasión hacia los demás. Siguió una enriquecedora conversación sobre lo que dice la Biblia acerca de la gracia y la compasión.
- Orar para que Asef y otros musulmanes conozcan y reciban el don gratuito de la gracia de Jesucristo.
- Orar para que los equipos de Fronteras encuentren formas creativas de demostrar la compasión de Dios hacia los que sufren y los perdidos.
- Orar que los musulmanes de todo el mundo se sientan atraídos por el Salvador.
Este relato procede de un antiguo obrero. Los nombres se han cambiado por seguridad.