Durante esta última temporada en el campo, mi soledad se ha sentido amplificada.
Mi equipo pasó por una transición importante y dos de mis amigos más cercanos se marcharon del terreno. Además, las crisis mundiales y las crecientes tensiones políticas en la región han hecho que todo parezca pesado e incierto.
Estaban pasando tantas cosas que no estaba segura de poder soportarlo.
Obligada a adentrarme en un nuevo terreno con Dios, empecé a poner nombre a los miedos y dudas que se habían apoderado de mi corazón. Algunos de los temores a los que volvía una y otra vez eran los siguientes:
- Quizá la gente tenía razón cuando decía que no creía que estuviera llamado al campo.
- ¿Se supone que tiene que ser tan duro? ¿Debo estar tan cansado?
- Dios se ha olvidado de mí y de mis necesidades. Parece que Él está ahí para otras personas, pero ¿por qué no para mí?
En el fondo, sabía que esos temores y dudas no eran ciertos. Así que me esforcé por aferrarme firmemente a la verdad: Dios me había llamado para llegar a los musulmanes, y Él nunca se había olvidado de mí. Aunque mi corazón estaba cansado y magullado, luché para seguir aferrándome a lo que sabía que era verdad.
Entonces, en medio de todas mis preguntas y luchas, Dios me dejó sin ningún rastro de duda de que Él había hecho un lugar aquí sólo para mí.
Ocurrió en un momento insólito: mientras comía un humeante sándwich de shawarma rodeado de amigos musulmanes en una cafetería de mala muerte.
Y allí, en medio de todas mis preguntas, Dios me mostró que no estaba sola. No se había olvidado de mí. Me había dado una familia.
Dios me puso a mí, una chica solitaria, no sólo en una familia, sino en múltiples familias.
Mientras me reía con mis amigos en aquella cochambrosa tienda de shawarma, Dios me señaló que tengo un hogar entre varias familias de mi comunidad musulmana. Cinco, de hecho. Son cinco grupos de tías y tíos adoptivos, hermanos y vecinos.
Dios me puso a mí, una chica solitaria, no sólo en una familia, sino en múltiples familias.
Estas familias saben que sigo a Jesucristo, y muchas de ellas quieren saber más sobre lo que dice la Palabra de Dios.
Orar que Él utilizará innumerables fiestas de pijamas y charlas nocturnas en los hogares de mis familias para atraerlos hacia el Salvador.
- Gracias a Dios por llamar a hombres y mujeres solteros al campo, y orar que muchos más dirían sí a alcanzar a los perdidos.
- Pide al Señor que dote a obreros de valor, perseverancia y alegría para compartir el amor perfecto de Cristo con los musulmanes.
- Orar que los musulmanes se sientan atraídos por la esperanza del Evangelio a través de los ministerios fieles de los obreros solteros.
Los solteros son fundamentales para cumplir el mandato de Cristo de ir y hacer discípulos a todas las naciones, y necesitan apoyo para perseverar en las luchas singulares a las que se enfrentan.
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Este relato procede de un antiguo obrero. Los nombres se han cambiado por seguridad.