Nuestra familia lleva varios años viviendo en el desierto africano. Pero durante los dos últimos meses, hemos estado en nuestro país visitando a nuestra iglesia, familia y amigos. En ese tiempo, hemos dormido en 30 lugares distintos.
Para preparar el regreso a nuestra labor en África, hemos empaquetado suministros para los próximos dos años: piezas de repuesto, material médico, recursos educativos, varios incrementos de ropa para niños y mucho más. También hemos luchado contra los trámites burocráticos de pasaportes, visados y organización de viajes.
Pronto ayudaremos a nuestros hijos a negociar despedidas y saludos, vuelos nocturnos y autobuses al amanecer, cambios constantes y ligeras dosis de caos. Es una operación logística de proporciones épicas: transportar a tres niños y nueve maletas desde nuestra comunidad de origen en un frondoso suburbio hasta una remota aldea saharaui a miles de kilómetros de distancia.
Nuestro estilo de vida móvil no se presta a la normalidad. Nos enfrentamos a cambios casi constantes.
Pero mientras planeamos nuestro viaje serpenteante hacia nuestro destino, esperamos con impaciencia el alivio de volver a "casa" en África. Aunque estar con los amigos y la familia es una alegría, también es estresante para nosotros y nuestros hijos estar desarraigados durante varios meses.
Por un lado, intentamos recordar que cualquier padre con tres hijos pequeños experimentará algunas de estas mismas presiones a las que nosotros nos enfrentamos.
Por otra parte, reconocemos que nuestro estilo de vida móvil no se presta a la normalidad. Nos enfrentamos a cambios casi constantes, y eso plantea dificultades únicas.
Esperamos con impaciencia el alivio de volver a "casa", a África.
Como respuesta, desarrollamos prácticas familiares que fomentan la resiliencia en nuestros hijos. No importa dónde pasemos la noche, nuestros hijos duermen en tiendas de campaña para que el lugar les resulte familiar.
Imprimimos fotos y mapas para mostrarles el "dónde" y el "quién" del próximo destino.
Mantenemos las mismas rutinas por la mañana y por la noche, independientemente de dónde nos encontremos.
A pesar de todas estas prácticas, seguimos sintiendo el peaje de la transición.
Así que, mientras damos gracias a Dios por el valioso tiempo que pasamos con nuestros seres queridos, ahora esperamos con ilusión la maravillosa sensación de volver a nuestro hogar saharaui, con nuestras rutinas familiares, entre el pueblo musulmán al que estamos llamados a llegar, con la esperanza de quedarnos aquí por un tiempo.
- Orar para que las familias que trabajan sobre el terreno en Fronteras desarrollen prácticas y rutinas saludables que fomenten la resiliencia de sus hijos.
- Pide al Señor que recuerde diariamente a Fronteras obreros y a sus hijos que Él es su refugio siempre presente y su fuente de estabilidad.
- Orar que obreros persevere en la incomodidad, las dificultades y la inestabilidad para compartir el Evangelio y hacer discípulos entre los musulmanes.
Ante la decepción de su hijo, una pareja del campo obrero se plantea qué es lo más importante que pueden darle
Este relato procede de un veterano obrero. Los nombres y lugares han sido modificados por motivos de seguridad.
Foto principal de Chung Chu