Como obreros a largo plazo en el campo, nuestras vidas están llenas de incertidumbres.
A diario nos enfrentamos a un aluvión de preguntas mundanas:
- ¿Por qué acaban de cortar el agua?
- ¿Por qué cambia la tarifa de un autobús a otro?
- ¿Por qué tenemos una jauría de perros callejeros ladrando a la misma hora intempestiva de la madrugada, todas las mañanas?
- ¿Por qué el pastor del barrio conduce a su rebaño por nuestras calles en las horas de mayor tráfico?
Incluso tras décadas de experiencia en el mundo musulmán, seguimos encontrando esquivas las respuestas a nuestros porqués.
Al principio de nuestra presionábamos a nuestros amigos locales para que nos dieran respuestas sensatas a nuestras preguntas. A menudo respondían con una palabra de dos sílabas que se desliza muy bien por la lengua: iste, que significa "porque sí".
Cuando aprendimos a aceptar que iste era la mejor respuesta, dejamos de pedir a nuestros amigos locales respuestas reales a nuestros porqués.
En medio de estas incertidumbres, puedo pasar noches en vela barajando distintos escenarios.
Últimamente, estoy a reventar de porqués. La propagación del coronavirus ha alterado drásticamente nuestra forma de vivir y ejercer el ministerio. Los factores geopolíticos de nuestra región también están afectando a la presencia a largo plazo de nuestros compañeros de obreros en el país. La renovación de los visados es más difícil para nuestros colegas, y algunas familias están recibiendo órdenes de marcharse con poca antelación.
En medio de estas incertidumbres, a veces paso noches en vela repasando varios escenarios, nuestros planes B y C en caso de que también tengamos que irnos. Agradezco a Dios que me permita acudir a Él con todas mis dudas y mi desconcierto.
Marta no preguntó por qué, pero me la imagino suplicando en silencio: "¿Por qué no has venido antes?".
¿Recuerdas cómo respondió Jesús cuando Lázaro se estaba muriendo? María y Marta avisaron a Jesús, pero Él no acudió inmediatamente a su lado. Él esperó hasta después de la muerte de Lázaro.
Al ver a Jesús, Marta exclamó: "Señor, si hubieras estado aquí, mi hermano no habría muerto" (Juan 11:21). mi hermano no hubiera muerto" (Juan 11:21).
Marta no preguntó por qué, pero me la imagino suplicando en silencio: "¿Por qué no has venido antes?".
En su lugar, ofreció una súplica esperanzada: "Pero incluso ahora sé que todo lo que pidas a Dios, Dios te lo dará". Marta no renunció su fe.
Tampoco nos rendimos. Nuestros gritos sinceros ante el Señor se enmarcan en el recordatorio: "Esta enfermedad no conduce a la muerte. Es para gloria de Dios, para que el Hijo de Dios sea glorificado por medio de ella" (Juan 11:4).
Nuestras vidas están ancladas en la verdad de que las cosas que experimentamos son para la gloria de Dios.
No entendemos muchas cosas de la vida, sobre todo cuando está salpicada de paradojas y perplejidades que ponen a prueba nuestra vocación y nuestro compromiso con la fe.
Pero nuestras vidas están ancladas en la verdad de que las cosas que experimentamos son para la gloria de Dios.
En medio de nuestros porqués, el Señor nos llama a esperar y observar cómo obra el milagro de la fe en nuestras vidas y a través de ellas.
- ¿A qué incertidumbres te enfrentas ahora? Ofrécelas en oración al Señor mientras te comprometes a confiar en Él.
- Pídele al Señor que te ayude a perseverar a pesar de tus dudas, para que puedas esperar y ver cómo Él obra para glorificar Su nombre.
- Orar para que aumente la fe y la esperanza en los corazones de obreros, cuyas vidas sobre el terreno suelen estar marcadas por una incertidumbre constante.
En un país musulmán donde aumentan los riesgos para la seguridad, una familia de Fronteras sigue ofreciendo la esperanza duradera de Jesucristo.
Esta cuenta procede de un obrero de larga duración.