Del sofá al campo, Parte 3: La voz de la claridad

El bloguero invitado Neil Broere continúa de su post anterior sobre cómo Dios lo aconsejó a él y a su familia desde el sofá de la oficina de un pastor hasta el campo misionero.

La plantación de la iglesia había fracasado. Los estudios bíblicos se habían estancado. Y las agencias de cobro nos llamaban a diario. Este fue el Valle de la Decisión, y yo estaba a punto de enfrentar una prueba seria que definiría el curso de nuestra familia para siempre.

Estaba muy familiarizado con la sensación de trabajar en vano, y sabía que ese no era el camino del Reino. Pero si pudiera escuchar a Dios como lo hicieron Abraham, Moisés, Gedeón y Pablo...

Mientras seguía escuchándolo y obedeciéndole, Dios comenzó a hablarme de ir a la escuela bíblica. Al principio, la obediencia se sentía segura. Tuve las "confirmaciones casuales" que parecían ser la dirección del Señor. Estaba familiarizado y cómodo con este tipo de dirección, como la mayoría de nosotros. Pero lo que pasa con estas confirmaciones casuales es que no resisten muy bien la prueba.

Al principio, la obediencia se sentía segura.

Por aquel entonces, mi mujer y yo teníamos un hijo de tres años y un recién nacido. Ese lunes por la mañana, acababa de depositar los últimos 150 dólares de nuestra familia en el banco sin tener ni idea de dónde iban a salir los siguientes 150 dólares. Al día siguiente tenía que inscribirme en una escuela bíblica llamada FIRE School of Ministry.

Cuando la confusión empezó a hacer de las suyas conmigo, el único versículo que podía recordar era algo así como: "El que no mantiene a su familia es peor que un incrédulo", una paráfrasis de 1 Timoteo 5:8.

Le grité a Dios: "No iré a la escuela bíblica sin escucharte. Si Tú me dices qué hacer, te prometo que lo haré".

Y entonces sucedió. En el caos de la confusión, hubo un momento de claridad, y supe que tenía que coger mi Biblia. En voz baja, inaudible, el Señor me susurró que la respuesta estaba en los Salmos.

Corté la Biblia como si fuera una baraja y dejé que mis ojos se posaran en la esquina inferior de la página izquierda: "El fuego va delante de él" (Salmo 97:3).

En el caos de la confusión, hubo un momento de claridad.

Sentí el torrente de la victoria mientras la Ansiedad y la Confusión eran sistemáticamente desmanteladas por el poder de la voz de Dios guiando a Su hijo desesperado. La Escuela de Ministerio FIRE era donde Dios me quería, y FIRE era a donde yo iba.

¿Qué ocurrió en aquel momento? ¿Realmente lo eterno había irrumpido en lo natural y cambiado el rumbo de nuestra familia para siempre? Por supuesto que sí.

¿Y qué tenía de significativo que yo fuera a la Escuela Bíblica? Fue durante mi permanencia en la Escuela de Ministerio FIRE que el Señor comenzó a hablarnos a mi esposa y a mí acerca de Su corazón por el Medio Oriente.

Puede que fuera la primera vez que el Señor me hablaba de ese modo, pero no sería la última.

Ahora el camino de nuestra familia está marcado por las señales de Su voz, guiándonos en la transición de nuestra familia a la vida en Oriente Medio. Él nos ha hablado con todo, desde palabras proféticas, sueños y visiones, Su voz, y el consejo de las Escrituras.

Cuando buscamos oír la voz de Dios, permanecemos arraigados en Su palabra. Las Escrituras nos dicen que Dios no calla (Sal 50:1, 3, 7). Él es el buen Pastor (Juan 10:11, 14). Su voz y Su voluntad son perceptibles para ti y para mí, para todos los que se consideran ovejas de Su prado (Juan 10:16, 27).